Bienvenido al nuevo espacio común para todos aquellos artistas figurativos, donde a través de noticias, foros
y enlaces
se propone intensificar la colaboración entre creadores y entidades relacionadas con el arte. Actualmente forman parte de la Plataforma:
840 Artistas (+
3521 Obras)
Clasificar a Francisco Masedo dentro del paisaje urbano sería hacer tábula rasa con la riqueza de una producción creativa mucho más amplia, a la vez que desatender los numerosos flancos abiertos en una corriente pictórica tan heterogénea como el nuevo realismo, dentro de la cual, ciertamente, pudiera inscribirse la obra de este celebrado pintor madrileño. Su obra, cada vez más segura de su contemporaneidad, conecta con la tradición de jóvenes generaciones afines ya a otras formas de realismo; pero también se relaciona con las tendencias del fotorrealismo norteamericano de los setenta. Francisco masedo pinta, trabaja sin cesar en el taller, evolucionando lentamente a partir de esquemas adoptados como propios, investigando y observando el funcionamiento de la pintura y del pigmento. Y en el germen de ese proceso se produce lo que John Berger define como el impulso de pintar, el cual no procede de la observación ni tampoco del alma, sino de un encuentro: el encuentro entre el pintor y el modelo. O en el caso de Masedo, el encuentro fortuito con la carrocería impecable de un automóvil, la fachada espejeante de un edificio de oficinas, la esquina de una acera o una estación de metro. En definitiva, Francisco Masedo no es tan sólo un pintor realista o un buen recreador del paisaje metropolitano. Sus méritos y reconocimientos trascienden la mera acepción de pintor de género para implicarse de lleno en una labor investigadora. Así, y siendo consciente de la distancia de época y mentalidad que separa a Francisco Masedo de aquellos primeros realistas españoles de los sesenta para quienes la nostalgia poética que destila la imagen de lo desgastado y vetusto es uno de los principales ejes de su intimismo pictórico, no estaría de más, destacar la voluntad de nuestro artista por recuperar cierto toque de emotividad y humanismo, que no significa en ningún caso exaltación del localismo, sino sólo honestidad creativa con uno mismo y su intrahistoria. Una sinceridad que de nuevo honra y enaltece cada una de las obras de Francisco Masedo.